ES
DESACERTADO PARA IRÁN FINANCIAR A SUS ALIADOS REGIONALES MIENTRAS PERMANECE
BAJO SANCIONES?
Muchos
iraníes cuestionan los beneficios de armar y financiar a los múltiples aliados
de Irán en el Medio Oriente, mientras sufre la campaña de “máxima presión” de
la forma más severa; como nunca. Sus aliados están esparcidos en Afganistán,
Yemen, Irak, Siria, el Líbano y Palestina. ¿Es este apoyo la principal causa de
la actitud agresiva de los Estados Unidos hacia el pueblo iraní y su estado, o
existen otros factores? ¿Qué hace que Irán financie y fortalezca a estos
aliados con los equipos de guerra más avanzados, y que estén listos para pelear
y morir en sus propios territorios?
Desde
que la “Revolución Islámica” prevaleció en 1979 bajo el liderazgo del Imán
Jomeini, el país ha estado bajo sanciones pesadas, mismas que aumentan con la
llegada de casi cada uno de los nuevos presidentes estadounidenses. En 1979,
Irán no tenía aliados y estaba rodeada de enemigos. Sus vecinos en la región se
sumaron al apoyo occidental a la guerra de Saddam Hussein contra la “República
Islámica”. La guerra de los Estados Unidos contra Irán tiene su origen en la
caída de su subordinado, el Shah Pahlevi. Se ha revelado cómo la CIA llevó a
Pahlevi al poder en un golpe de estado organizado contra el primer ministro
Mohammed Mossadeq, en 1953, para mantener el petróleo iraní bajo control
británico y estadounidense. La democracia nunca ha sido una preocupación real:
las guerras provocadas por Occidente pueden entenderse como motivadas por los
intereses y la búsqueda por la dominación. Pero Occidente siempre justifica sus
intentos por derrocar en nombre de la libertad y la democracia.
En
1979, Estados Unidos tendió una trampa para arrastrar a los soviéticos para que
invadieran Afganistán, apoyando a los muyajedín de donde luego nació Al-Qaeda.
Este resultado catastrófico y fenómenos destructivos similares se acostumbran a
describirlos como “consecuencias involuntarias” para poder racionalizar los
costos que estas intervenciones salvajes traen contra la vida de otros pueblos
y en los asuntos mundiales. Sin embargo, en 2001 los Estados Unidos cayeron
exactamente en el mismo tipo de tremedal e invadieron Afganistán con decenas de
miles de tropas. El plan estadounidense consistía en bloquear el camino a un
posible retorno de Rusia a Eurasia; debilitar a los rusos y cercar a Irán con
una cadena de elementos hostiles; e intimidar a todos los países preocupados con
estas acciones hacia la sumisión, en particular los estados ricos en petróleo,
de este modo previniendo cualquier alianza posible con Rusia y China. Este
sigue siendo el objetivo de los Estados Unidos en el Medio Oriente. La historia
nunca ha sido una guía eficiente para los líderes poderosos y sus
administraciones, porque aparentemente se consideran a sí mismos como exentos a
estas lecciones.
Irán
se encontró a sí misma privada de aliados. Con el consentimiento de los estados
del Golfo Pérsico, notablemente Arabia Saudita, Israel invadió al Líbano en
1982 para desplazar y someter a la Organización para la Liberación Palestina
(OLP) liderada por Yasser Arafat, que había rechazado la iniciativa de paz del
rey Fahd. No obstante, las “consecuencias inesperadas” de la invasión y
ocupación de Israel de una capital árabe (Beirut) le ofreció a Irán una
oportunidad excelente para responder a las peticiones de un grupo de libaneses
que buscaban ayuda para enfrentar al agresor israelí. El imán Jomeini respondió
a sus visitantes libaneses (que describieron el horror y los asesinatos
cometidos por la maquinaria de guerra israelí): “al-jeir fima waqaa”, lo que
significia “lo que ha ocurrido es una bendición”. Sus visitantes no entendieron
el significado de las palabras de Jomeini hasta varios años después.
Irán
encontró en los chiíes libaneses suelo fértil para plantar la semilla de su
ideología. La base ya estaba preparada en 1978. Los islamistas libaneses,
seguidores del sayyid Mohamed Baqer al-Sadr ya recibían entrenamiento en varios
campos palestinos, incluyendo el campo de entrenamiento de Zabadani (Siria), y
habían abrazado la causa palestina. Cuando el imán Jomeini llegó al poder, el
sayyid Mohamed Baqer al-Sadr le pidió a sus seguidores en Irak y Líbano que le
declarasen su lealtad al imán Jomeini y que “se fundieran con él tal como él se
había fundido al islam” (lo que significa “adopten al imán Jomeini como su Imán
y su Marya Taqlid).
Irán logró establecer una gran compatibilidad ideológica con los chiíes
libaneses, que históricamente habían sido considerados como ciudadanos de
segunda en su país. Sus territorios al sur eran considerados desechables y los
líderes, élite y gobierno libaneses se lo ofertaron a Israel.
La
constitución iraní estipula que el gobierno apoyará a cualquier grupo que sufre
por un opresor. Esta perspectiva calzó a la perfección con los oprimidos chiíes
libaneses.
El
Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC, por sus siglas en inglés)
viajó al Líbano y envió su armamento vía Siria para fortalecer ahí a la
resistencia islámica, conocida luego como Hezbolá, y defender su país del
ocupante. Fue entonces necesario el establecer una relación estratégica con el
presidente sirio porque la mayoría de los envíos llegaban vía Siria.
La
relación sirio-iraní pasó por varios altibajos. Alcanzó su punto más alto los
últimos años del mandato del presidente Hafez al-Assad, cuando su hijo Bashar
era el responsable de estas relaciones con el Líbano, y con Hezbolá en
particular.
Los
destinos del Líbano, Siria e Irán se interconectaron. El presidente Bashar
al-Assad luchó por mantener su país fuera del conflicto cuando los Estados
Unidos ocuparon Irak en 2003. El cerco alrededor de Irán se volvió más
estrecho, y las fuerzas estadounidenses ocuparon a su vecina Irak. Para el
régimen iraní, librarse de Saddam Hussein fue una bendición. Sin embargo,
Saddam estaba tan débil que no representaba ningún peligro para Irán. El
embargo estadounidense lo había debilitado, y no tenía ningún amigo en los
países del Golfo luego de su invasión a Kuwait y el bombardeo a Arabia Saudita.
Los
Estados Unidos evitaron que Irán avanzara en su apoyo a la resistencia iraquí
al derrocar a Saddam Hussein, estableciendo en su lugar su propio control sobre
Bagdad. Los próximos objetivos de los Estados Unidos fueron Siria y el Líbano.
El secretario de estado Colin Powell le advirtió al presidente Assad que él era
el próximo en la lista de presidentes a ser derrocados si continuaba
ofreciéndole apoyo a Hamas y Hezbolá. Estados Unidos se declaró un poder de
ocupación, y el derecho iraquí de defender su país fue reconocido por
resoluciones de Naciones Unidas. Assad, como Irán y Arabia Saudita, apoyaron la
insurgencia contra las fuerzas de ocupación. Los saudíes rechazaron una
gobernabilidad dominada por los chiítas en Irak. Los iraníes eran los próximos
en la lista estadounidense. Para Irán era menos costoso combatir a los Estados
Unidos en suelo iraquí que sobre el iraní. Fortalecer a los aliados iraquíes
era, por lo tanto, un componente esencial de su seguridad nacional y una línea
de defensa importante.
En
2006, la administración Bush forzó a un poco preparado Primer Ministro israelí,
Olmert, a estar de acuerdo en destruir a Hezbolá. Esta fue una oportunidad para
conquistar Siria y cortar la línea de suministro de armamento iraní. Al
eliminar a su potente aliado en el Líbano, los Estados Unidos y sus socios
apuntaban a cerrar el cerco alrededor de Irán. Hezbolá era un obstáculo en el
proyecto israelí-estadounidense de traer a los líderes árabes a la mesa de
negociación, elminando a la causa palestina y sus defensores, mientras
debilitaba a Irán como preludio al derrocamiento de su gobierno.
Cuando
Israel bombardeó e invadió Líbano en 2006 con el fin de derrotar a Hezbolá, el
presidente Assad abrió sus depósitos y ofreció docenas de misiles antitanques
capaces de cambiar las reglas del juego, además de cualquier otra cosa que
Hezbolá necesitara para responder, independientemente de la superioridad de la
Fuerza Aérea israelí. Assad se convirtió en un socio esencial en la derrota
exitosa de Israel en el Líbano. La caída de Hezbolá hubiera tenido consecuencias
devastadoras para Siria e Irán. Fue necesario unir los destinos y alianzas del
frente libanés-sirio-iraquí-iraní para la supervivencia de cada uno de
ellos.
En
2011, el mundo le declaró la guerra a Siria. Le tomó dos años al presidente
Assad el darse cuenta de que el plan era tanto regional como internacional,
apuntando a crear caos en el Levante para producir un estado fallido dominado
por yijadistas. Los mismos yijadistas ideológicos plantados en Afganistán se
fueron expandiendo y le ofrecían a los Estados Unidos la herramienta perfecta
para destruir a Irán y sus aliados. Los servicios de inteligencia regionales y
mundiales infiltraron a los yijadistas, y comprendieron bien sus fuerzas y
debilidades. Estaban bien preparados para combatir a la ideología iraní y sus
aliados. El yijadismo wahabita era el cáncer perfecto para destruir a Irán en
varios frentes.
Los
yijadistas crecían en Irak y se expandían en Siria bajo la mirada de los
Estados Unidos, tal como lo revelaron las propias fuentes dentro de la
inteligencia estadounidense. El Levante era el lugar antiguo más perfecto y
deseado por los yijadistas para gestarse y crecer. Este fue el momento en el
que el presidente Assad le pidió apoyo a sus aliados. Las fuerzas de las IRGC
iraníes llegaron a Damasco y comenzó el camino para liberar Siria. Siria, como
Irak, le ofrecía una línea de defensa vital a Irán. Fue otra plataforma para
combatir -sobre suelo no iraní- a un enemigo que estaba a punto de migrar a
Irán (de Siria haber sido derrotada). Una oportunidad que Irán no podía perder
dada la importancia estratégica de Siria.
Rusia
demoró hasta septiembre de 2015 en despertar e intervenir en la arena del Medio
Oriente, particularmente en Siria. Todos esos años Estados Unidos planeaba
dejarla sin espacio para crear alianzas, preparando derrotar a Irán y sus
aliados, el “Eje de la Resistencia”, plantándole cara a la hegemonía
estadounidense en el Medio Oriente. Todos los países del Golfo sucumbieron al
poder de los Estados Unidos, y hoy en día alojan las bases militares
estadounidenses más grandes de la región. Estados Unidos ha desplegado decenas
de miles de tropas en estas bases y a través de ellas disfrutaba de un poder de
fuego superior a cualquier país del mundo. Y aún así el Levante (Siria y Líbano)
permanecen inmunes a los intentos estadounidenses de dominación total.
Sin
sus aliados, todos los esfuerzos militares de los Estados Unidos se hubieran
concentrado exclusivamente sobre Irán. Estados Unidos hubiera pasado de
sanciones a ataques militares sin temer consecuencias nefastas. En el presente,
los Estados Unidos necesitan considerar el hecho incuestionable de que, de ser
atacado Irán, sus aliados en Palestina, Líbano, Siria e Irak desencadenarían un
infierno para ellos y sus aliados en el Medio Oriente. Cuarenta años de apoyo
iraní crearon una barrera de protección a su alrededor en donde todos sus
aliados comulgan su destino con el de Irán. No existen otros aliados en ningún
país del mundo que cuenten con el sacrificio de su gente con mayor preparación
y defensa de sus motivos ideológicos y objetivos comunes. Irán no sólo invierte
en sus socios, está invirtiendo en su propia seguridad y bienestar. Irán está
preparada para ofrecer los mismos sacrificios que ofrecen sus aliados al
apoyarlos cuando lo necesiten.
Muchos
iraquíes y libaneses combatieron en la guerra entre Irak e Irán. Miles de
iraníes, iraquíes y libaneses de Hezbolá (y otros aliados) perdieron su vida en
Siria protegiendo el bienestar del aliado sirio y evitando que el país cayera
en manos yijadistas.
Muchos
iraníes y libaneses murieron en Irak apoyando a los iraquíes contra el terror
del Estado Islámico. Iraníes y libaneses de Hezbolá se encuentran hoy en Yemen,
apoyándolos contra las masacres genocidas liderizadas por Arabia Saudita. Irán
y el Hezbolá libanés asumieron los riesgos de apoyar a los palestinos y su
causa por liberar su tierra, tener su propio estado y el derecho al retorno.
Ningún aliado de los Estados Unidos en ninguna parte está dispuesto a ofrecer
una solidaridad comparable. Irán creó alianzas profundas ahí donde los Estados
Unidos no las ha logrado.
Irán
atacó abiertamente la base militar estadounidense de Ein al-Assad luego del
asesinato ilegal del mayor general Qassem Soleimani. Ningún otro país en el
mundo se ha atrevido a atacar directamente a los Estados Unidos e infringirle
más de cien bajas en sus efectivos, mientras continúa desafiando su hegemonía.
Para Irán no hubo necesidad de pedirle a sus aliados que actuaran en su nombre.
Irán y sus socios en el campo de batalla están unidos contra sus enemigos. Los
Estados Unidos quieren una Irán sin misiles, sin drones armados, y sin acceso a
inteligencia de guerra. Estos programas vitales han demostrado ser cruciales
para proteger al país y evitar que se vuelva vulnerable. Si Irán no tuviera los
aliados que hoy tiene y los misiles que ha fabricado, los Estados Unidos
hubieran respondido sin titubear.
La
guerra está lejos de terminar. Irán y sus aliados todavía se encuentran en el
centro de la lucha, y los Estados Unidos e Israel no están sentados esperando a
ver qué pasa. La solidaridad entre Irán y sus aliados es necesaria ahora más
que nunca. La pregunta de cuánto de su presupuesto anual está gastando en sus
socios no es relevante, aunque iraníes de a pie puedan quejarse o incluso
desafiar sus beneficios. El espíritu de sacrificio que une a los aliados en
protección mutua no puede limitarse a consideraciones monetarias. No tiene
precio.
Traducción: Diego
Sequera
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