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Se estima que las restricciones adoptadas ante la epidemia de Covid-19 reducirán el tráfico aéreo en Europa ‎en un 60% en relación con el año 2019, lo cual pone en peligro más de 7 millones de empleos. ‎

Pero el tráfico aéreo militar está creciendo. El viernes 28 de agosto, 6 bombarderos estratégicos ‎‎B-52 de la fuerza aérea de Estados Unidos –US Air Force– sobrevolaron en un solo día ‎los 30 países miembros de la OTAN en América del Norte y en Europa, escoltados ‎sucesivamente por 80 cazabombarderos de los países de la alianza atlántica. ‎

En una evidente alusión a la «agresión rusa», el secretario general de la OTAN, Jens ‎Stoltenberg, declaró que esa gran maniobra, denominada Cielo Aliado, demuestra «el poderoso ‎compromiso de Estados Unidos hacia los aliados y confirma que estamos en condiciones de ‎desestimular las agresiones». ‎


Los B-52 transferidos el 22 de agosto de la base aérea estadounidense Minot –en Dakota ‎del Norte– a la base de Fairford –en Reino Unido– están lejos de ser viejos aviones de los tiempos ‎de la guerra fría utilizados sólo en desfiles aéreos. Continuamente actualizados, esos B-52 han ‎conservado plenamente su papel como bombarderos estratégicos de largo alcance. Incluso ahora ‎está previsto que, a un costo de 20 000 millones de dólares, la US Air Force equipe ‎próximamente 76 de sus bombarderos estratégicos B-52 con nuevos motores que les permitirán ‎volar 8 000 kilómetros sin necesidad de reaprovisionarse en vuelo y transportando cada uno ‎‎35 toneladas de bombas y misiles, convencionales o nucleares. ‎

En abril pasado, la fuerza aérea de Estados Unidos encargó a la empresa Raytheon ‎la fabricación de un nuevo misil crucero de largo alcance destinado a sus bombarderos ‎estratégicos B-52 –misil que puede ser equipado con ojivas nucleares. Con sus bombarderos B-‎‎52, y con otros bombarderos estratégicos igualmente capaces de realizar ataques nucleares –como los B-2 ‎Spirit–, la fuerza aérea de Estados Unidos ya ha realizado en Europa –desde 2018– más ‎‎de 200 misiones, principalmente sobre el Mar Báltico y el Mar Negro, justo al borde del espacio ‎aéreo ruso. Y los países europeos de la OTAN, en particular Italia, participan en esos ejercicios. ‎

El 28 de agosto, cuando un B-52 estadounidense sobrevoló Italia, iba acompañado de aviones de ‎guerra italianos en un simulacro de realización de una misión conjunta de ataque. ‎Inmediatamente después, varios cazabombarderos Eurofighter Typhoon de la fuerza aérea ‎italiana partieron para quedar desplegados en la base de Siauliai –en Lituania– junto a una ‎dotación de un centenar de especialistas militares italianos. Y se mantendrán desplegados en ese ‎país durante 8 meses –desde el 1º de septiembre hasta abril de 2021– para “defender” el espacio ‎aéreo del Báltico. ‎

Esa es la 4ª misión de «policía aérea» que realiza, en el Báltico, la fuerza aérea de Italia. ‎Los cazas italianos se mantienen las 24 horas del día listos a despegar en condiciones de alarma ‎aérea para interceptar aviones «desconocidos», que siempre resultan ser aviones rusos que ‎vuelan entre algún aeropuerto interior de Rusia y el enclave ruso de Kaliningrado a través del ‎espacio aéreo internacional sobre el Báltico. ‎

La base de Siauliai –en Lituania– donde están estacionados esos aviones italianos fue modernizada ‎por Estados Unidos, que invirtió 24 millones de euros para multiplicar por 3 las capacidades de ‎esa instalación. ¿Por qué? Porque esa base aérea de Lituania está sólo unos 220 kilómetros de ‎Kaliningrado y a 600 kilómetros de San Petersburgo, distancias que un Eurofighter Typhoon ‎puede recorrer en cuestión de minutos. ‎

‎¿Por qué la OTAN despliega a las puertas de Rusia esos aviones, capaces de portar armamento ‎convencional o nuclear? Ciertamente no lo hace para defender a las repúblicas bálticas de algún ‎ataque ruso, que por cierto significaría el inicio de un conflicto atómico mundial. También se ‎desataría un conflicto nuclear si los aviones de la OTAN atacaran desde los países bálticos las ‎ciudades rusas cercanas a la frontera. ‎

El verdadero objetivo de ese despliegue es acrecentar la tensión haciendo creer que existe un ‎peligroso enemigo –Rusia–, supuestamente dispuesto a atacar Europa. ‎

Es la estrategia de la tensión implementada por Washington con la complicidad de los gobiernos y ‎de los parlamentos europeos, y de la propia Unión Europea. Esa estrategia incluye un crecimiento ‎cada vez más importante de los gastos militares en detrimento de los gastos sociales. ‎

‎¿Quieren un ejemplo? Según los estimados de la fuerza aérea italiana, una hora de vuelo de ‎un Eurofighter cuesta unos 66 000 euros, o sea 2 años de salario de un trabajador italiano que ‎gane un sueldo promedio. Cada vez que un Eurofighter italiano despega para “defender” el ‎espacio aéreo en la región del Báltico está quemando –en una hora– dos años de empleo ‎en Italia. ‎

Fuente
Il Manifesto (Italia)