El 15 de julio de 2019, el diario español
Público publicó, bajo la firma de Carlos Enrique Bayo, el inicio de una investigación en 4 partes sobre las relaciones entre el cerebro de los atentados perpetrados en 2017 en Cataluña y los servicios secretos españoles [
1].
En España, los servicios de espionaje y de contraespionaje son miembros de la misma institución, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Aunque el CNI depende administrativamente del ministerio de Defensa, el director del CNI tiene rango de ministro.
Los documentos publicados por el diario
Público demuestran que, al contrario de lo que se afirma en la versión oficial, el imam de Ripoll, el marroquí Abdelbaki Es-Satty,
estaba radicalizado desde mucho antes de los atentados;
los servicios de inteligencia españoles lo habían reclutado como informante;
los servicios de inteligencia españoles habían falsificado su expediente judicial para evitar que fuese expulsado de España como consecuencia de una condena por tráfico de drogas;
los servicios de inteligencia españoles le habían creado un «
buzon muerto» para que pudiera comunicarse con el agente encargado de atenderlo;
los servicios de inteligencia españoles escuchaban los teléfonos de los cómplices del imam de Ripoll.
Lo más importante es que todo lo anterior demuestra que
el CNI seguía a los terroristas paso a paso;
que el CNI conocía los blancos de los atentados;
que los terroristas seguían bajo la vigilancia del CNI al menos 4 días antes de pasar a la acción.
Cabe preguntarse entonces
¿Por qué el CNI no impidió los atentados?
¿Por qué mantuvo en secreto lo que sabía?
¿Por qué en 2008 –o sea, antes de reclutar a Es-Saty como informante– el CNI ocultó a la Guardia Civil lo que sabía sobre este individuo, protegiéndolo así de la investigación sobre el atentado perpetrado en Madrid el 11 de marzo de 2004, lo que los españoles llaman «
el 11-M»?
El hecho es que Es-Satty ya había estado implicado en la “Operación Chacal”, lo cual lo vinculaba a los atentados perpetrados en Casablanca el 16 de mayo de 2003 [
2] y a otro atentado registrado en Irak contra las tropas italianas destacadas en ese país [
3].
Estas revelaciones del diario español
Público nos traen a la mente lo sucedido alrededor del atentado que dejó en Madrid unos 200 muertos y 2 000 heridos el 11 de marzo de 2003 –el acto terrorista de mayor envergadura cometido en Europa después de los hechos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Los ejecutores de aquel hecho fueron juzgados, pero todavía se ignora de dónde vinieron las órdenes. En el atentado de Madrid
también resultó que la mayoría de los ejecutores eran informantes de la policía;
el día antes del atentado la OTAN había realizado en Madrid un “ejercicio” o simulacro cuyo escenario coincidía con lo que sucedió al día siguiente… durante el atentado [
4], a pesar de que los terroristas no pudieron haber tenido conocimiento de dicho escenario;
un importante equipo de la CIA estadounidense había salido de España precipitadamente el día antes del atentado de Madrid [
5].
En aquella época, el atentado de Madrid fue atribuido inicialmente a los independentistas vascos de la ETA y después a los islamistas.
Nosotros, en la
Red Voltaire, publicamos entonces una investigación de Mathieu Miquel, donde se demostraba la solidez de la hipótesis según la cual aquello había sido una operación de la OTAN bajo bandera falsa [
6].
Por cierto, de manera enteramente involuntaria, esa hipótesis se vio confirmada después por el indudablemente atlantista ex primer ministro de España José María Aznar. Al inicio de la llamada «
primavera árabe», José María Aznar revelaba que el jefe de al-Qaeda en Libia, Abdelhakim Belhadj, estaba implicado en el atentado perpetrado en Madrid en 2004 pero que había sido imposible arrestarlo y juzgarlo [
7].
Este Abdelhakim Belhadj habría de convertirse, precisamente con ayuda de la OTAN, en gobernador militar de Trípoli, la capital libia, después del derrocamiento del Líder libio Muammar el-Kadhafi. Posteriormente, según el diario español
ABC, este mismo Abdelhakim Belhadj se trasladó a Siria para «
“ayudar” a la revolución», pero en realidad fue para crear el llamado «
Ejército Sirio Libre» por cuenta de Francia [
8]. Según denunció el embajador ruso Vitali Churkin ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Abdelhakim Belhadj y sus hombres fueron trasladados de Libia a Turquía por la ONU, que los hizo pasar por refugiados. El fiscal general de Egipto, Hichem Baraket, denunciaría con el tiempo a INTERPOL que Abdelhakim Belhadj se convirtió después –en 2015– en emir del Emirato Islámico (Daesh) para todo el Magreb [
9]. Actualmente, Belhadj gobierna el este de Libia con apoyo militar de Turquía y de Qatar y con el respaldo político… de la ONU.
No está de más recordar aquí que los historiadores han comprobado y documentado la responsabilidad de la OTAN en asesinatos, atentados y golpes de Estado perpetrados durante la guerra fría en los países miembros de la misma OTAN [
10]. Según la literatura interna de la alianza atlántica, los servicios secretos de la OTAN se hallaban bajo las órdenes conjuntas del MI6 británico y de la CIA estadounidense.
Volviendo ahora a los atentados de Cataluña, según los documentos de Público, el imam de Ripoll, Abdelbaki Es-Satty, estaba radicalizado desde hace mucho, algo que el CNI había negado hasta ahora. Incluso militaba en el grupo Ansar al-Islam, que fue integrándose al Emirato Islámico en Irak (EII), el que a su vez se convirtió después en lo que hoy se designa como Daesh o ISIS.
Ansar el-Islam estaba bajo la dirección del kurdo Mullah Krekar, quien hoy vive bajo arresto domiciliario en Noruega. Sin embargo, el diario turco
Ozgur Gundem –hoy cerrado por orden del presidente turco Erdogan– reveló en 2014 que la CIA organizó una reunión secreta en Amman (Jordania) para planificar la conquista de Irak por parte de Daesh [
11]. Este diario kurdo publicó entonces el acta sobre esa reunión, redactada por los servicios secretos de Turquía, documento que el PKK logró obtener. Y en esa acta consta que el “detenido” Mullah Krekar participó en aquella reunión después de haber llegado a Amman desde Noruega en un avión especial de la OTAN. Al terminar la reunión, Mullah Krekar regresó sin chistar a su arresto domiciliario.
Por supuesto, las revelaciones del diario Público han provocado gran conmoción en España, donde el parlamento de Cataluña ha creado una comisión investigadora sobre los atentados y el partido independentista de Carles Puigdemont lanzó una andanada de preguntas al gobierno de Pedro Sánchez.
Los independentistas catalanes dan a entender que el gobierno español permitió que se perpetrara el atentado contra la población de Cataluña, acusación que constituye una hábil jugada política, aunque no pasa de ser una conjetura difamatoria.
Los hechos –a los que nosotros preferimos atenernos– muestran sin embargo que en los atentados cometidos en España, al igual que en muchos atentados islamistas perpetrados tanto en Occidente como en el mundo árabe,
generalmente se comprueba que organismos del Estado donde se cometieron los actos terroristas disponían de información muy precisa antes de los hechos
y que, en todos los casos, los terroristas estaban vinculados a la OTAN.
Por supuesto, puede tratarse de puras coincidencias. Pero son coincidencias que vienen repitiéndose constantemente desde 2001, sin importar el lugar de los hechos ni los protagonistas.
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